¿Por qué necesitamos un profeta si podemos recibir revelación personal?

 Una de las razones por las cuales necesitamos un profeta es que el señor no va a darle a cada uno de los miembros diferentes de Su Iglesia el modo en el que quiere que Su Iglesia sea administrada. El Señor dirige su Iglesia a través de Sus profetas. De manera individual, no recibimos revelación para la Iglesia. Recibimos revelación personal a nuestras necesidades y en ocasiones, las necesidades de nuestra familia.

Comparto con ustedes algunas de las razones que apóstoles y profetas de antaño dieron: 

  • Porque no hará nada el Jehová el Señor sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.  (Amós 3:7)
  • Y el mismo constituyó a unos apóstoles; y a otros, profetas; y a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros; a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo De Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia las artimañas del error. (Efesios 4:11-15)
  • porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre... Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos con los santos, y miembros de la familia de Dios; edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu. (Efesios 2:13, 18-22)


De acuerdo al sitio oficial de la Iglesia se declara que: 

Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tenemos la bendición de contar con la guía de profetas vivientes, hombres inspirados y llamados a hablar en nombre del Señor, como lo fueron Moisés, Isaías, Pedro, Pablo, Nefi, Mormón y otros profetas de las Escrituras. Sostenemos al Presidente de la Iglesia como profeta, vidente y revelador, la única persona sobre la tierra que recibe revelación para guiar a toda la Iglesia. También apoyamos a los consejeros de la Primera Presidencia y a los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles como profetas, videntes y reveladores.

A semejanza de los profetas de la antigüedad, los profetas de nuestros días testifican de Jesucristo y enseñan Su evangelio. Ellos dan a conocer la voluntad y la verdadera naturaleza de Dios; hablan con determinación y claridad, denuncian el pecado y advierten de sus consecuencias. En ocasiones, reciben inspiración para profetizar sobre acontecimientos futuros para nuestro bien.

Siempre podemos confiar en los profetas vivientes. Sus enseñanzas reflejan la voluntad del Señor, que ha declarado lo siguiente: “Lo que yo, el Señor, he dicho, yo lo he dicho, y no me disculpo; y aunque pasaren los cielos y la tierra, mi palabra no pasará, sino que toda será cumplida, sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo” (Doctrina y Convenios 1:38).


El elder Dieter F. Uchtdorf dijo:

"Nuestro Padre Celestial revela esa sabiduría a Sus hijos en la tierra por medio de Sus siervos los profetas. Desde los días de Adán, Dios ha hablado a Sus hijos mediante oráculos escogidos que están encargados de revelar Su voluntad y consejo a los demás. Los profetas son maestros inspirados y siempre son testigos especiales de Jesucristo. Los profetas no sólo hablan a la gente de su época, sino que también hablan a la gente a lo largo de todas las épocas. Sus voces resuenan a través de los siglos como un testamento de la voluntad de Dios para Sus hijos". 

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